Georgia Bernbaum es becaria junior de los Programas de Democracia del Instituto McCain.
Bernbaum, estudiante de último curso y becaria Bonner de la Universidad Washington y Lee, está terminando su licenciatura en Política Mundial, con especialización en Estudios sobre la Pobreza y las Capacidades Humanas y Estudios sobre la Mujer, el Género y la Sexualidad. A medida que nos acercamos a las elecciones de 2024, la polarización domina la política.
Según el Centro de Investigación Pew, la antipatía partidista es más profunda y está más extendida que en ningún otro momento de las dos últimas décadas.
Un estudio de la Universidad Brown descubrió que las opiniones de los estadounidenses sobre el partido político contrario han empeorado con el tiempo más rápidamente que las de Europa o cualquier otra democracia destacada.
El pueblo estadounidense está profundamente dividido, ya sea en materia de sanidad o defensa, educación o inmigración.
Sin embargo, el desacuerdo sobre política se ha convertido en algo mucho mayor.
Una insurrección en el Capitolio, las acusaciones penales contra un ex presidente y los sobornos en el Tribunal Supremo son sólo algunos de los últimos desafíos a los que se enfrenta nuestra nación.
En una época en que este país está cada vez más desunido, parece como si la política exterior pudiera ser nuestra última esperanza de bipartidismo.
La política exterior y el bipartidismo pueden parecer un oxímoron en los titulares del mes pasado.
Como demuestra el paquete suplementario retrasado para Ucrania, los demócratas están más dispuestos a suministrar ayuda a Ucrania que los republicanos. Aproximadamente la mitad de los republicanos piensan que el gobierno está gastando demasiado dinero en ayuda militar a Ucrania, mientras que el 44% de los demócratas piensan que el gobierno está gastando demasiado poco.
En cuanto a China, los republicanos apoyan en general que se adopte una política económica más dura que los demócratas.
Y, aunque las críticas destacan en ambos partidos, los republicanos son más propensos a ver negativamente a China que los demócratas.
Más recientemente, el partidismo ha sacado a relucir su fea cabeza con el conflicto Israel-Palestina.
Como demuestran las protestas en los campus universitarios de todo el país, los demócratas son en general más partidarios de Palestina y más críticos con Israel que los republicanos.
Sin embargo, contrariamente a estos datos, el bipartidismo en asuntos exteriores está vivo y goza de buena salud, y sigue siendo un pilar importante de la democracia estadounidense. En 2022, el Senado estadounidense aprobó la incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN por 95 votos a favor y 1 en contra.
Y aunque hubo desacuerdos, el Senado aprobó finalmente, por 86 votos a favor y 11 en contra, un paquete de ayuda a Ucrania por valor de 40.000 millones de dólares. El presidente Biden ha mantenido varias de las iniciativas de política exterior promulgadas por su predecesor, el presidente Trump, como los duros controles comerciales sobre China, el aumento de las inversiones de nuestros aliados de la OTAN y el lanzamiento de la Corporación Internacional de Financiación del Desarrollo de Estados Unidos (DFC).
La realidad es que el Congreso está mucho menos polarizado en política exterior que en política interior.
El espectador medio de las noticias nunca lo sabría, por supuesto, porque la controversia es mucho más tentadora que la unidad.
Pero todos los días hay bipartidismo a puerta cerrada.
El bipartidismo en política exterior es crucial por varias razones, la primera es que Estados Unidos debe presentar un frente unido tanto a nuestros aliados como a nuestros adversarios.
Una agenda de política exterior coherente en todas las administraciones es importante para que los acuerdos tengan éxito y se mantengan.
Por ejemplo, el acuerdo de la OTAN es profundamente ventajoso para sus miembros, pues proporciona a EEUU aliados estratégicos y a Europa paz y seguridad.
La OTAN ha sido defendida durante más de 70 años tanto por presidentes demócratas como republicanos. Sin embargo, si el presidente Trump ejerce un segundo mandato, los países de la OTAN se verán obligados a contar con un posible cambio en la alianza, un cambio que sería drástico para una Ucrania devastada por la guerra.
Los acuerdos históricos como la OTAN deben contar con el apoyo bipartidista y ser protegidos independientemente del partido que controle la presidencia.
Las divisiones sobre política exterior disminuyen la credibilidad de los compromisos exteriores de Estados Unidos y reducen el incentivo para que otros países cooperen.
Además, Estados Unidos actúa como líder global en cuestiones cruciales para el resto del mundo y, por tanto, se beneficia de acuerdos oportunos y eficaces.
Los países miran a EEUU en busca de orientación sobre ayuda económica, diplomacia y acción militar.
Si Estados Unidos no puede proporcionar esta orientación porque está plagado de luchas internas, otras potencias internacionales, como Rusia, China e Irán, estarán a la altura de las circunstancias.
La política exterior estadounidense debe priorizar sistemáticamente tres elementos principales: adaptar los acuerdos internacionales probados, hacer cumplir los acuerdos internacionales y crear nuevos acuerdos institucionales para responder a los avances modernos.
La sostenibilidad del poder estadounidense depende de nuestra capacidad para superar la polarización y encontrar la unidad en las relaciones internacionales.
En conclusión, la política exterior estadounidense es mucho más bipartidista de lo que se hace creer al ciudadano medio.
Incluso en un gobierno dividido, el Congreso aprobó un monumental paquete de ayuda a Ucrania, prestó apoyo a Israel tras el atentado del 7 de octubre y se alió con Taiwán en su lucha contra China.
El bipartidismo puede parecer un fenómeno raro en este país, pero es una base importante de nuestra política exterior que permite a Estados Unidos seguir liderando el mundo como potencia económica y militar sin rival.
DISCLAIMER: McCain Institute is a nonpartisan organization that is part of Arizona State University. The views expressed in this blog are solely those of the author and do not represent an opinion of the McCain Institute.