La verdadera intersección entre la trata de personas y los grandes eventos deportivos
Con la Super Bowl a la vuelta de la esquina, recordamos la idea errónea que aparece todos los años por estas fechas, a saber, que con cada gran acontecimiento deportivo se produce un aumento de la trata de seres humanos, concretamente del tráfico sexual. Este mensaje engañoso se difunde ampliamente en los momentos previos a los grandes acontecimientos deportivos a través de los medios de comunicación y las redes sociales, y la ciudad anfitriona suele intensificar sus esfuerzos para responder a la demanda prevista de compradores de sexo.
Aunque la mayor atención que se presta a la trata de personas en torno a la Super Bowl ayuda a concienciar sobre el delito en sí, es importante recordar que no hay pruebas empíricas de que la Super Bowl provoque un aumento de la trata sexual. Numerosos estudios e investigaciones han indicado que hay pocas pruebas que confirmen una relación correlativa entre el tráfico sexual y la Super Bowl. Aunque no se puede negar que la trata de personas se produce en la misma ciudad que la Super Bowl, no hay pruebas que justifiquen la creencia de que existe una relación directa entre ambas.
El aumento del interés de los medios de comunicación y de la opinión pública por este tema plantea una pregunta importante: ¿qué pasaría si reorientáramos nuestra energía para abordar los casos de explotación en torno a los grandes eventos deportivos que sabemos que realmente se producen?
Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022
La preocupación por el uso de trabajos forzados procedentes de la región occidental china de Xinjiang, predominantemente de la minoría musulmana uigur, ha aumentado en los últimos meses con el inicio de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. Miembros del gobierno de Estados Unidos, la sociedad civil y periodistas de investigación, entre otros, han planteado preguntas concretas sobre la posibilidad de que la mercancía afiliada a los Juegos Olímpicos esté contaminada con trabajo forzado. Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha tomado pocas medidas para abordar o responder a estas reclamaciones.
De hecho, según una reciente entrevista del New York Times con Bennett Freeman, ex funcionario del Departamento de Estado que se relacionó con el I.O.C. en nombre de la Coalición para Acabar con el Trabajo Forzoso en la Región Uigur, «es realmente imposible en este momento que el I.O.C. descarte el contenido de trabajo forzoso uigur en la mercancía de la marca olímpica». Tras su decisión de retirarse de las conversaciones con la Coalición, el I.O.C. declaró que «aunque en el pasado se han expresado preocupaciones genéricas sobre el abastecimiento de productos de Pekín 2022, el I.O.C. no ha sido consultado sobre ningún caso o situación específica, ni siquiera por la Coalición».
El I.O.C. sigue manteniendo su afirmación de que no hubo trabajo forzoso en la producción de los uniformes, a pesar de que las dos empresas contratadas por el I.O.C. utilizan algodón producido en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang (XUAR) de China.
El Comité Olímpico Internacional tenía una oportunidad única de utilizar su plataforma en un escenario global para adoptar una postura firme y condenar el uso del trabajo forzado en nuestras cadenas de suministro globales. En lugar de predicar con el ejemplo, optaron por pasar por alto el problema y las pruebas que había, perpetuando la explotación de las poblaciones vulnerables.
Copa Mundial de la FIFA 2022
Desde que se ganó la candidatura para la Copa del Mundo de 2022, hace más de diez años, se han citado fuertes pruebas y escalofriantes relatos de primera mano sobre el trabajo forzado y las peligrosas condiciones laborales en Qatar, procedentes de los aproximadamente dos millones de trabajadores inmigrantes encargados de construir los estadios, los hoteles y el transporte para el evento. A lo largo de los años, los sindicatos y los grupos de derechos humanos han documentado los abusos, sacando a la luz las brutales condiciones de trabajo, la servidumbre por deudas y los trabajos forzados, todo ello mientras el número de muertos entre los trabajadores seguía aumentando a un ritmo asombroso.
Tras la indignación internacional, Qatar se comprometió a introducir cambios en los derechos y protecciones establecidos para los trabajadores migrantes, prometiendo abolir el sistema de patrocinio de la kafala del país y aumentar la remuneración de los trabajadores hasta el salario mínimo. Muchos aplaudieron las nuevas leyes, sintiéndose alentados de que en los próximos años se produzcan cambios significativos y una vida mejor para los trabajadores. Sin embargo, un informe de 2021 de Human Rights Watch advierte que poco ha cambiado. Las condiciones de trabajo peligrosas y los abusos salariales persisten, dejando a muchos vulnerables a la explotación y los abusos continuos.
A menos de doce meses del comienzo de la esperada Copa del Mundo, otra organización internacionalmente reconocida tendrá la oportunidad de utilizar su plataforma mundial para marcar la diferencia y reclamar derechos y reformas para los trabajadores. Sin embargo, dada la falta de responsabilidad en la última década, nos sigue preocupando que no se produzca un cambio significativo.
La explotación y el trabajo forzado no pueden, ni deben, seguir siendo la norma dentro de la cultura de los grandes eventos deportivos. Así pues, mientras esperamos la LVI Super Bowl de este domingo, y todas las que vendrán, en lugar de seguir dedicando nuestro tiempo y recursos a arreglar algo que se ha demostrado una y otra vez que no está roto, canalicemos esa energía hacia la resolución de los casos de trata de seres humanos que siguen persistiendo y creemos cadenas de suministro mundiales libres de explotación.