Las campañas de desinformación rusas son un elemento básico de la actividad del Kremlin, y han sido especialmente frecuentes desde el gobierno de José Stalin a mediados del siglo XX. Esta tendencia histórica ha continuado durante la invasión rusa de Ucrania este año, tanto a nivel interno como internacional.
En la actualidad, Rusia utiliza una estrategia de desbordamiento cuando se trata de la coordinación mediática de los mensajes de propaganda. Hay una cantidad increíblemente alta de mensajes, y estas narrativas provienen de más fuentes que sólo el gobierno. Las cuentas falsas en las redes sociales, los medios de comunicación con vínculos encubiertos con el gobierno ruso y los medios estatales tradicionales se combinan para producir una cantidad abrumadora de información.
Este enfoque se basa en la cantidad para ser eficaz, ya que la información en sí no suele ser creíble o cercana a la verdad. Es difícil captar y responder a todas las cuestiones individuales cuando los verificadores de hechos y las organizaciones internacionales están inundados con miles de ofensas. En lugar de convencer a los ciudadanos rusos o a los simpatizantes internacionales de una narrativa falsa y coherente, Rusia intenta confundir y poner en duda dónde está la verdad, con el objetivo de que la gente se paralice en sus decisiones.
La retórica antioccidental es el tema central sobre el que Rusia construye la mayoría de sus campañas de desinformación. En lo que respecta a la invasión de Ucrania, se ha puesto un gran énfasis en mostrar a Estados Unidos como un agresor. Se utiliza una táctica denominada whataboutism, que desplaza la conversación de las atrocidades rusas en Ucrania a las acciones controvertidas de los principales interesados en el tema, como la participación de Estados Unidos en Oriente Medio. Este enfoque se utiliza para distraer a la gente de la situación actual, y se basa en el odio y la animosidad existentes para hacerlo. Este ejemplo concreto se utiliza como parte de una campaña concertada de desinformación dirigida a los hablantes de árabe.
Rusia también ha centrado sus fuerzas mediáticas en África, concretamente en torno a la crisis de los cereales a la que se enfrenta ahora la región como consecuencia de la devastación en Ucrania. Las narrativas rusas han penetrado en todas las formas de los medios de comunicación de muchas naciones africanas, y las empresas de medios nacionales de Kenia han llegado a culpar explícitamente a Estados Unidos y a la UE del aumento de los precios de los alimentos y del combustible.
El antisemitismo también se utiliza para justificar la invasión de Ucrania, ya que el propio Putin afirma que la acción militar es el resultado de sus esfuerzos por «desnazificar Ucrania». Esta línea específica de propaganda se basa en el odio, el miedo y la alteridad que existe entre los grupos étnicos y religiosos. La normalización de esta retórica violenta se hace en los niveles de liderazgo dentro de Rusia, con el Ministro de Asuntos Exteriores Sergey Lavrov llegando a comparar al Presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy con Adolf Hitler. Dentro de este tema de la desinformación, las redes sociales se utilizan ampliamente para complacer a los ciudadanos y simpatizantes que buscan a alguien a quien culpar.
Las mentiras descaradas sobre la producción y el uso de armas químicas por parte de Estados Unidos y Ucrania son otra corriente constante de propaganda procedente de Rusia. El Departamento de Estado publicó en mayo un informe de 16 páginas en el que se detalla el alcance de esta campaña específica de desinformación. En el informe se examina el uso que hace Rusia de las organizaciones multilaterales, las múltiples narrativas de desinformación en conflicto y el papel de los medios de comunicación financiados por el Kremlin, y se demuestra que están impulsando esta narrativa a nivel internacional. Los funcionarios rusos trabajaron incansablemente para avivar este fuego, con el apoyo adicional de los medios de comunicación estatales chinos y una campaña coordinada en las redes sociales.
Cuando se observa el alcance y la ferocidad de los esfuerzos de desinformación rusos en torno a su invasión de Ucrania, es difícil abordar la cuestión en su conjunto. La actividad ucraniana en línea del presidente Zelenskyy y de los funcionarios del Estado ha contribuido a diluir y desestimar los esfuerzos rusos, difundiendo los verdaderos efectos de la guerra. Este triaje en línea es fundamental, pero la comunidad internacional debe hacer más para limitar la eficacia de esta desinformación. El Departamento de Estado ha aconsejado que la difusión de la verdad es la respuesta definitiva a las mentiras rusas, lo que puede lograrse a través de una cuidadosa deconstrucción de las narrativas rusas, así como una incesante difusión de pruebas e información sobre la brutalización de Rusia en Ucrania.
Mantenerse informado sobre las atrocidades rusas y aislado de la desinformación del Kremlin es una forma sencilla de contribuir a reducir la influencia rusa a nivel internacional.